72 Horas Eternas de una Vida en Vano
72 Horas Eternas de una Vida en Vano
Vivimos eternamente atrapados en ciclos de 72 horas.
72 Horas Eternas de una Vida en Vano
Un solo video, una opinión polarizante, una comida ritualizada culturalmente o una frase que activa nuestro “yo tensional colectivo” — y ahí está: activado, justificado, recompensado, perteneciente.
Estos comportamientos son alimentados por sistemas de validación mutua que llamamos redes sociales, tradiciones, fe ciega, consumo, nacionalismo, tribalismo digital o “real”. ¿Qué tienen en común?
Todos se conectan a nuestro sistema de Percepción del Quórum Humano (Human Quorum Sensing - HQS).
Pero el costo de la activación constante es una vida desperdiciada en la reactividad.
Una reactividad que se vuelve eterna — siempre que se refuerce cada 72 horas.
El Ciclo Neural del Pertenecimiento Mal Orientado
Las investigaciones muestran que los estados emocionales intensos pueden dejar huellas por hasta 72 horas.
Ese es tiempo suficiente para:
* Consolidar un comportamiento como hábito,
* Atar un pensamiento a una identidad,
* Convertir una emoción en parte permanente de lo que creemos que somos.
Las redes sociales — e incluso la inteligencia artificial — contribuyen a este proceso al agruparnos en burbujas de previsibilidad emocional, donde todo lo que vemos parece confirmar quién creemos ser.
Nuestra percepción de la realidad comienza a girar en torno a pensamientos como:
“Si adiviné bien, entonces eso soy yo.”
“Si todos confirman lo que pienso, entonces debe ser verdad.”
“Si me aceptan por creer en esto, entonces debo seguir creyéndolo.”
“Si lo que siento coincide con lo que me enseñaron, entonces así es el mundo.”
“Si esta creencia me da pertenencia, entonces debe ser correcta.”
Pero como advierte el neurocientífico Anil Seth, nuestra conciencia es un acto continuo de adivinación — basado en probabilidades.
Y si esa adivinación es confirmada por algoritmos, “me gusta” o discursos políticos estratégicamente modulados, podríamos estar reforzando una mentira dulce que nos quita la libertad de sentir y pensar por nosotros mismos.
El Ritual de Desactivación – 72 Horas de Silencio Cultural
¿La salida? Romper el ciclo.
Proponemos un ritual de 72 horas de silencio cultural. Un ayuno completo de:
* Palabras que nos activan,
* Pensamientos que nos inflaman,
* Alimentos que nos reconectan con culturas heredadas — y no elegidas.
Durante ese tiempo, sólo se permite observar el cuerpo y su verdad relacional.
El objetivo es desactivar las redes tensionales automatizadas que secuestran nuestra libertad de simplemente existir.
Es un reencuentro con la Mente Damasiana, el Cuerpo Territorio, y el estado de Fruición con Metacognición — con lo que hay de originario en nosotros:
el movimiento silencioso de la vida que no necesita explicación — solo sensación.
Reiniciar No Es Olvidar — Es Dejar de Repetir
Tres días de desapego ritual pueden parecer poco.
Pero pueden romper ciclos que duraron toda una vida.
Se trata de recuperar el derecho a elegir conscientemente lo que vive dentro de nosotros.
Porque una vida en vano es aquella que nunca se atreve a preguntar:
“Este ‘yo’ que actúa en mí ahora — ¿fue una elección mía?
¿O simplemente fue reactivado... hace menos de 72 horas?”
Disparadores Culturales y la Repetición Eterna de Creencias Heredadas
Amuletos, refranes populares, frases religiosas o políticas que siempre señalan a un enemigo — sea el “impío”, el “izquierdista”, el “globalista” o el “demonio” — actúan como disparadores simbólicos que mantienen nuestros **yos tensionales** inflamados.
Funcionan como anclas cognitivas que reactivan continuamente el miedo, la culpa y el odio.
En lugar de promover sabiduría o liberación, nos condicionan a vivir en estado de alerta, ataque o sumisión.
Así, nuestra existencia se reduce a una repetición interminable de creencias heredadas, que persisten no porque hayan sido comprendidas — sino porque jamás fueron cuestionadas.
Y es en ese ciclo donde la vida se desvanece en vano, sin que nunca nos preguntemos:
“¿Y si el verdadero enemigo fuera este modo de vivir que me impide ser?”
Antes de las Palabras, Existía la Plenitud
En la primera infancia, antes de las palabras y los mandamientos culturales, habitábamos el cuerpo como territorio sagrado.
Sentíamos el mundo en su totalidad — sin nombrarlo, sin juzgarlo, sin querer cambiarlo.
Éramos flujo puro de la Mente Damasiana, en fruición con la vida, con nuestra piel, con lo que nos atravesaba.
La propriocepción estaba expandida — los Apus nos habitaban — y todo lo que existía era el ahora.
Pero poco a poco, fuimos activados.
Por rituales que no elegimos.
Por certezas que nos impusieron.
Por narrativas envueltas en recompensas y castigos.
Cada “verdad” heredada nos desconectaba de la interocepción.
Cada pertenencia forzada nos alejaba del cuerpo-territorio.
Y así, la Mente 100% — la que simplemente siente y sabe — fue silenciada.
Hoy, con cada nueva activación cultural o digital, reforzamos la distancia entre lo que somos y lo que fuimos.
La inocencia no se pierde en un solo acto. Se disuelve en 72 horas de confirmaciones, notificaciones, dogmas y algoritmos.
¿Y qué queda de nosotros tras ese bombardeo?
Un yo reactivo, previsible, dopaminérgico - que ya no recuerda lo que significaba simplemente ser.
Referencias científicas recientes:
Excitación emocional y consolidación de la memoria
* Wang & Bukuan (2021): Mostraron que la excitación emocional posterior al aprendizaje potencia la consolidación de la memoria, con efectos observables hasta 24 horas después.
* University of Arizona (2023): La excitación emocional y las hormonas del estrés (noradrenalina, cortisol) favorecen la consolidación de memorias significativas durante el sueño REM.
Dopamina y aprendizaje por refuerzo
* Masset & Gershman (2024): Revisaron cómo la dopamina codifica errores de predicción de recompensa y actualiza las políticas de acción.
* Nature (2025): Descubrió que las neuronas dopaminérgicas trabajan en diferentes escalas temporales, ajustando algoritmos de aprendizaje a múltiples ritmos.
Redes sociales y ciclos de recompensa
* ScienceDirect (2023): Evaluaron críticamente el papel de la dopamina en la adicción a redes sociales, llamando a más estudios empíricos.
* Neuroscience News (2023): Mostraron que el uso compulsivo de redes está guiado por recompensas sociales diseñadas para automatizar el comportamiento.
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